Saturday, September 27, 2008

Para mi la vida es Cristo, y una ganancia el morir

Para mi la vida es Cristo, y una ganancia el morir
De las homilías de san Juan Crisóstomo, obispo
Homilías antes de partir en exilio, 1-3

Muchas son las olas que nos ponen en peligro, y una gran tempestad nos
amenaza: sin embargo, no tememos ser sumergidos porque permanecemos de
pie sobre la roca. Aun cuando el mar se desate, no romperá esta roca;
aunque se levanten las olas, nada podrán contra la barca de Jesús.
Decidme, ¿qué podemos temer? ¿La muerte? Para mí la vida es Cristo, y
una ganancia el morir. ¿El destierro? Del Señor es la tierra y cuanto la
llena. ¿La confiscación de los bienes? Sin nada vinimos al mundo, y sin
nada nos iremos de él. Yo me río de todo lo que es temible en este mundo
y de sus bienes. No temo la muerte ni envidio las riquezas. No tengo
deseos de vivir, si no es para vuestro bien espiritual. Por eso, os
hablo de lo que sucede ahora exhortando vuestra caridad a la confianza.

¿No has oído aquella palabra del Señor: Donde dos o tres
están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio
ellos? Y, allí donde un pueblo numeroso esté reunido por
los lazos de la caridad, ¿no estará presente el Señor?
me ha garantizado su protección, no es en mis fuerzas
que me apoyo. Tengo en mis manos su palabra escrita.
Éste es mi báculo, ésta es mi seguridad, éste es mi
puerto tranquilo. Aunque se turbe el mundo entero, yo
leo esta palabra escrita que llevo conmigo, porque ella
es mi muro y mi defensa. ¿Qué es lo que ella me dice? Yo
estoy con otros todos los días, hasta el fin del mundo.

Cristo está conmigo, ¿qué puedo temer? Que vengan a
asaltarme las olas del mar y la ira de los poderosos;
todo eso no pesa más que una tela de araña. Si no me
hubiese retenido el amor que os tengo, no hubiese
esperado a mañana para marcharme. En toda ocasión yo
digo: «Señor, hágase tu voluntad: no lo que quiere éste
o aquél, o lo que tú quieres que haga». Éste es mi
alcázar, ésta es mi roca inamovible, éste es mi báculo
seguro. Si esto es lo que quiere Dios, que así se haga.
Si quiere que me quede aquí, le doy gracias. En
cualquier lugar donde me mande, le doy gracias también.

Además, donde yo esté estaréis también vosotros, donde
estéis vosotros estaré también yo: formamos todos un
solo cuerpo, y el cuerpo no puede separarse de la
cabeza, ni la cabeza del cuerpo. Aunque estemos
separados en cuanto al lugar, permanecemos unidos por la
caridad, y ni la misma muerte será capaz de desunirnos.
Porque, aunque muera mi cuerpo, mi espíritu vivirá y no
echará en olvido a su pueblo.

Vosotros sois mis conciudadanos, mis padres, mis
hermanos, mis hijos, mis miembros, mi cuerpo y mi luz,
una luz más agradable que esta luz material. Porque,
para mí, ninguna luz es mejor que la de vuestra caridad.
La luz material me es útil en la vida presente, pero
vuestra caridad es la que va preparando mi corona para
el futuro.

Oración

Oh Dios, fortaleza de los que esperan en ti, que has
hecho brillar en la Iglesia a san Juan Crisóstomo por su
admirable elocuencia y su capacidad de sacrificio, te
pedimos que, instruidos por sus enseñanzas, nos llene de
fuerza el ejemplo de su valerosa paciencia. Por nuestro
Señor Jesucristo.

Copiado del original en www.corazones.org

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