Sunday, April 30, 2006

The Brahmin

*The Dhammapada*
*/The Brahmin/*

Cross the river bravely,
Conquer all your passions,
Go beyond the world of fragments,
And know the deathless ground of life.

Cross the river bravely,
Conquer all your passions,
Go beyond your likes and dislikes
And all fetters will fall away.

Who is a true brahmin?
Him I call a brahmin
Who has neither likes nor dislikes,
And is free from the chains of fear.

Who is a true brahmin?
Him I call a brahmin
Who has trained his mind to be still
And reached the supreme goal of life.

The sun shines in the day;
In the night, the moon;
The warrior shines in battle;
In meditation, the brahmin.
But day and night the Buddha shines
In radiance of love for all.

Him I call a brahmin
Who has shed all evil.
He is called samana, “the serene,”
And pabbajita, “a pure one.”

Him I call a brahmin
Who is never angry,
Never causes harm to others
Even when he is harmed by them.

Him I call a brahmin
Who clings not to pleasure.
Do not cause sorrow to others:
No more sorrow will come to you.

Him I call a brahmin
Who does not hurt others
With unkind acts, words, or thoughts.
His body and mind obey him.

Him I call a brahmin
Who walks in the footsteps
Of the Buddha. Light your torch too
From the fire of his sacrifice.

Not matted hair nor birth
Makes a man a brahmin,
But the truth and love for all life
With which his heart is full.

Of what use is matted hair?
Of what use a skin of deer
On which to sit in meditation,
If your mind is seething with lust?

Saffron robe, outward show,
Does not make a brahmin,
But training of the mind and senses
Through practice of meditation.

Not riches nor high caste
Makes a man a brahmin.
Free yourself from selfish desires
And you will become a brahmin.

He has thrown off his chains;
He trembles not in fear.
No selfish bonds can ensnare him,
No impure thought pollute his mind.

Him I call a brahmin
Who fears not jail nor death.
He has the power of love
No army can defeat.

Him I call a brahmin
Who clings not to pleasure,
Like water on a lotus leaf,
Or mustard seed on a needle.

Him I call a brahmin
Ever true, ever kind.
He never asks what life can give,
But “What can I give life?”

Him I call a brahmin
Who has found his heaven,
Free from every selfish desire,
Free from every impurity.

For him no more sorrow will come.
On him no more burden will fall.

Him I call a brahmin
Who has risen above
The duality of this world,
Free from sorrow and free from sin.

He shines like the full moon
With no cloud in the sky.

Him I call a brahmin
Who has crossed the river,
Difficult, dangerous to cross,
And safely reached the other shore.

Wanting nothing at all,
Doubting nothing at all,
Master of his body and mind,
He has gone beyond time and death.

Him I call a brahmin
Who turns his back on himself.
Homeless, he is ever at home;
Egoless, he is ever full.

Him I call a brahmin
Who is free from bondage
To human beings and nature,
The hero who has conquered the world.

Self-will has left his mind;
It will never return.
Sorrow has left his life;
It will never return.

Him I call a brahmin,
Free from I, me, and mine,
Who knows the rise and fall of life.
He will not fall asleep again.

Him I call a brahmin
Whose way no one can know.
He lives free from past and future;
He lives free from decay and death.

Possessing nothing, desiring nothing
For his own pleasure, his own profit,
He has become a force for good,
Working for the freedom of all.

He has reached the end of the way;
He has crossed the river of life.
All that he had to do is done;
He has become one with all life.

This is the concluding chapter of the Dhammapada of the Compassionate
Buddha. The word brahmin literally means "one who is worthy of knowing
God" (Brahman). Translated by Eknath Easwaran in /The Dhammapada/
(Petaluma, California: Nilgiri Press, 1985)
*Because sometimes We need a refreshing reading that enable us to live a
simple but effective life.
Rama *

Saturday, April 22, 2006

Madres Contra la Guerra: Paredes busca desenmascarar a reclutadores militares

Madres Contra la Guerra: Paredes busca desenmascarar a reclutadores militares

JEZU, UFAM TOBIE!



Roguemos para que Dios se digne mostrar Misericordia a Toda la Humanidad

Oh Misericordiosísimo Jesús, de quien es muy propio del ser Misericordioso con Nosotros, y perdonarnos, no mires nuestros pecados, sino mira solamente la enperanza que tenemos en tu infinita bondad. Recíbenos a todos en tu Misericordisísimo Corazón y no rechases a ninguno. Te lo suplicamos por el amor que te une con el Padre y el Espíritu Santo. "Muestranos Tu Misericordia, oh Señor como nosotros confiamos en Tu Santo Nombre, porque Tú eres Todopoderoso, amabilísimo, paciente, Fiel Bueno y Misericordioso".
Eterno Padre, mira a toda la humanidad con Ojos Misericordiosos, y especialmente a todos los pobres pecadores, cuya sola esperanza es el Misericodiosísimo Corazón de tu Santísimo Hijo y Nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Por su dolorosa Pasión, muéstranos Tu Misericordia, para que todos nosotros glorifiquemos Tu Omnipotencia por toda la eternidad. Amen
Tomado de la "Novena de la Misericordia" Primer Día, Viernes Santo

Monday, April 10, 2006

El Regalo de la Fe y Formacion Cristiana

En ocaciones quedo impresionados cuando en mi busqueda espiritual llega
a mis manos algun buen libro que relata la vida y obra de de los grandes
místicos de la Iglesia Católica. Ese libro del cual hablo es el libro
Diario de Sor Faustina, la Santa Católica, que fue canonizada como
apostol de La Divina Misericordia. Ya a mediados de la Cuaresma, y
proximos a celebrar la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, quiero
compartir con ustedes algo que me sucedio hace algun tiempo, cuando
preparaba a mi hijo para un examen de su catecismo. Cuando leia con el,
me di cuenta, que todo lo que habia aprendido acerca de Dios en mi
infancia, es lo mismo que he logrado comprobar en los ultimos 15 años...
"Dios y sus obras son grandes pero su misericordia es aun mas grande que
sus obras". Enseñemos a los niños a:
Confiar en la infinita misericordia de Nuestro Señor Jesucristo, dirigir
a el sus peticiones y dificultades con suma confianza, despues de todo
es el mismo Jesus de siempre y esta Vivo.
"Jesús, Yo confío en Tí."

Saturday, April 08, 2006

Lecturas y Evangelio Domingo de Ramos 2006

Para meditar esta semana estaria bueno revisar los evangelios.
I Primera Lectura
Isaías 50: 4 - 7
--------------------------------------------------------------------------------

4 El Señor Yahveh me ha dado lengua de discípulo, para que haga saber al cansado una palabra alentadora. Mañana tras mañana despierta mi oído, para escuchar como los discípulos;
5 el Señor Yahveh me ha abierto el oído. Y yo no me resistí, ni me hice atrás.
6 Ofrecí mis espaldas a los que me golpeaban, mis mejillas a los que mesaban mi barba. Mi rostro no hurté a los insultos y salivazos.
7 Pues que Yahveh habría de ayudarme para que no fuese insultado, por eso puse mi cara como el pedernal, a sabiendas de que no quedaría avergonzado

II Salmo Responsorial
Salmo 22: 8 - 9, 17 - 20, 23 - 24
--------------------------------------------------------------------------------

8 todos los que me ven de mí se mofan, tuercen los labios, menean la cabeza:
9 «Se confió a Yahveh, ¡pues que él le libre, que le salve, puesto que le ama!»
17 Perros innumerables me rodean, una banda de malvados me acorrala como para prender mis manos y mis pies.
18 Puedo contar todos mis huesos; ellos me observan y me miran,
19 repártense entre sí mis vestiduras y se sortean mi túnica.
20 ¡Mas tú, Yahveh, no te estés lejos, corre en mi ayuda, oh fuerza mía,
23 ¡Anunciaré tu nombre a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré!:
24 «Los que a Yahveh teméis, dadle alabanza, raza toda de Jacob, glorificadle, temedle, raza toda de Israel».

III Segunda Lectura
Filipenses 2: 6 - 11
--------------------------------------------------------------------------------

6 El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios.
7 Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre;
8 y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz.
9 Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre.
10 Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos,
11 y toda lengua confiese que Cristo Jesús es SENOR para gloria de Dios Padre.

IV Santo Evangelio
Marcos 14:1-72 (Reina-Valera Antigua)

Marcos 14
1Y DOS días después era la Pascua y los días de los panes sin levadura: y procuraban los príncipes de los sacerdotes y los escribas cómo le prenderían por engaño, y le matarían.

2Y decían: No en el día de la fiesta, porque no se haga alboroto del pueblo.

3Y estando él en Bethania en casa de Simón el leproso, y sentado á la mesa, vino una mujer teniendo un alabastro de ungüento de nardo espique de mucho precio; y quebrando el alabastro, derramóselo sobre su cabeza.

4Y hubo algunos que se enojaron dentro de sí, y dijeron: ¿Para qué se ha hecho este desperdicio de ungüento?

5Porque podía esto ser vendido por más de trescientos denarios, y darse á los pobres. Y murmuraban contra ella.

6Mas Jesús dijo: Dejadla; ¿por qué la fatigáis? Buena obra me ha hecho;

7Que siempre tendréis los pobres con vosotros, y cuando quisiereis les podréis hacer bien; mas á mí no siempre me tendréis.

8Esta ha hecho lo que podía; porque se ha anticipado á ungir mi cuerpo para la sepultura.

9De cierto os digo que donde quiera que fuere predicado este evangelio en todo el mundo, también esto que ha hecho ésta, será dicho para memoria de ella.

10Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, vino á los príncipes de los sacerdotes, para entregársele.

11Y ellos oyéndolo se holgaron, y prometieron que le darían dineros. Y buscaba oportunidad cómo le entregaría.

12Y el primer día de los panes sin levadura, cuando sacrificaban la pascua, sus discípulos le dicen: ¿Dónde quieres que vayamos á disponer para que comas la pascua?

13Y envía dos de sus discípulos, y les dice: Id á la ciudad, y os encontrará un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle;

14Y donde entrare, decid al señor de la casa: El Maestro dice: ¿Dónde está el aposento donde he de comer la pascua con mis discípulos?

15Y él os mostrará un gran cenáculo ya preparado: aderezad para nosotros allí.

16Y fueron sus discípulos, y vinieron á la ciudad, y hallaron como les había dicho; y aderezaron la pascua.

17Y llegada la tarde, fué con los doce.

18Y como se sentaron á la mesa y comiesen, dice Jesús: De cierto os digo que uno de vosotros, que come conmigo, me ha de entregar.

19Entonces ellos comenzaron á entristecerse, y á decirle cada uno por sí: ¿Seré yo? Y el otro: ¿Seré yo?

20Y él respondiendo les dijo: Es uno de los doce que moja conmigo en el plato.

21A la verdad el Hijo del hombre va, como está de él escrito; mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del hombre es entregado! bueno le fuera á aquel hombre si nunca hubiera nacido.

22Y estando ellos comiendo, tomó Jesús pan, y bendiciendo, partió y les dió, y dijo: Tomad, esto es mi cuerpo.

23Y tomando el vaso, habiendo hecho gracias, les dió: y bebieron de él todos.

24Y les dice: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada.

25De cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día cundo lo beberé nuevo en el reino de Dios.

26Y como hubieron cantado el himno, se salieron al monte de las Olivas.

27Jesús entonces les dice: Todos seréis escandalizados en mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y serán derramadas las ovejas.

28Mas después que haya resucitado, iré delante de vosotros á Galilea.

29Entonces Pedro le dijo: Aunque todos sean escandalizados, mas no yo.

30Y le dice Jesús: De cierto te digo que tú, hoy, en esta noche, antes que el gallo haya cantado dos veces, me negarás tres veces.

31Mas él con mayor porfía decía: Si me fuere menester morir contigo, no te negaré. También todos decían lo mismo.

32Y vienen al lugar que se llama Gethsemaní, y dice á sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que yo oro.

33Y toma consigo á Pedro y á Jacobo y á Juan, y comenzó á atemorizarse, y á angustiarse.

34Y les dice: Está muy triste mi alma, hasta la muerte: esperad aquí y velad.

35Y yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oro que si fuese posible, pasase de él aquella hora,

36Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son á ti posibles: traspasa de mí este vaso; empero no lo que yo quiero, sino lo que tú.

37Y vino y los halló durmiendo; y dice á Pedro: ¿Simón, duermes? ¿No has podido velar una hora?

38Velad y orad, para que no entréis en tentación: el espíritu á la verdad es presto, mas la carne enferma.

39Y volviéndose á ir, oró, y dijo las mismas palabras.

40Y vuelto, los halló otra vez durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados; y no sabían qué responderle.

41Y vino la tercera vez, y les dice: Dormid ya y descansad: basta, la hora es venida; he aquí, el Hijo del hombre es entregado en manos de los pecadores.

42Levantaos, vamos: he aquí, el que me entrega está cerca.

43Y luego, aun hablando él, vino Judas, que era uno de los doce, y con él una compañía con espadas y palos, de parte de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas y de los ancianos.

44Y el que le entregaba les había dado señal común, diciendo: Al que yo besare, aquél es: prendedle, y llevadle con seguridad.

45Y como vino, se acercó luego á él, y le dice: Maestro, Maestro. Y le besó.

46Entonces ellos echaron en él sus manos, y le prendieron.

47Y uno de los que estaban allí, sacando la espada, hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja.

48Y respondiendo Jesús, les dijo: ¿Como á ladrón habéis salido con espadas y con palos á tomarme?

49Cada día estaba con vosotros enseñando en el templo, y no me tomasteis; pero es así, para que se cumplan las Escrituras.

50Entonces dejándole todos sus discípulos, huyeron.

51Empero un mancebillo le seguía cubierto de una sábana sobre el cuerpo desnudo; y los mancebos le prendieron:

52Mas él, dejando la sábana, se huyó de ellos desnudo.

53Y trajeron á Jesús al sumo sacerdote; y se juntaron á él todos los príncipes de los sacerdotes y los ancianos y los escribas.

54Empero Pedro le siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo sacerdote; y estaba sentado con los servidores, y calentándose al fuego.

55Y los príncipes de los sacerdotes y todo el concilio buscaban testimonio contra Jesús, para entregarle á la muerte; mas no lo hallaban.

56Porque muchos decían falso testimonio contra él; mas sus testimonios no concertaban.

57Entonces levantandose unos, dieron falso testimonio contra él, diciendo:

58Nosotros le hemos oído decir: Yo derribaré este templo que es hecho de mano, y en tres días edificaré otro echo sin mano.

59Mas ni aun así se concertaba el testimonio de ellos.

60Entonces el sumo sacerdote, levantándose en medio, preguntó á Jesús, diciendo: ¿No respondes algo? ¿Qué atestiguan estos contra ti?

61Mas él callaba, y nada respondía. El sumo sacerdote le volvió á preguntar, y le dice: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?

62Y Jesús le dijo: Yo soy; y veréis al Hijo del hombre sentado á la diestra de la potencia de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.

63Entonces el sumo sacerdote, rasgando sus vestidos, dijo: ¿Qué más tenemos necesidad de testigos?

64Oído habéis la blasfemia: ¿qué os parece? Y ellos todos le condenaron ser culpado de muerte.

65Y algunos comenzaron á escupir en él, y cubrir su rostro, y á darle bofetadas, y decirle: Profetiza. Y los servidores le herían de bofetadas.

66Y estando Pedro abajo en el atrio, vino una de las criadas del sumo sacerdote;

67Y como vió á Pedro que se calentaba, mirándole, dice: Y tú con Jesús el Nazareno estabas.

68Mas él negó, diciendo: No conozco, ni sé lo que dices. Y se salió fuera á la entrada; y cantó el gallo.

69Y la criada viéndole otra vez, comenzó á decir á los que estaban allí: Este es de ellos.

70Mas él negó otra vez. Y poco después, los que estaban allí dijeron otra vez á Pedro: Verdaderamente tú eres de ellos; porque eres Galileo, y tu habla es semejante.

71Y él comenzó á maldecir y á jurar: No conozco á este hombre de quien habláis.

72Y el gallo cantó la segunda vez: y Pedro se acordó de las palabras que Jesús le había dicho: Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces. Y pensando en esto, lloraba.

MENSAJE DEL SANTO PADRE,BENEDICTO XVI,PARA LA CUARESMA 2006

Ya que se aproxima la Semana Santa, quiero compartir esta reflección
del SP Benedicto XVI. Aunque llego tarde a mis manos la quiero compartir.
Saludos
MENSAJE DEL SANTO PADRE
BENEDICTO XVI
PARA LA CUARESMA 2006

/*/
«Al ver Jesús a las gentes se compadecía de ellas» (Mt 9,36)/

/Amadísimos hermanos y hermanas: /

La Cuaresma es el tiempo privilegiado de la peregrinación interior hacia
Aquél que es la fuente de la misericordia. Es una peregrinación en la
que Él mismo nos acompaña a través del desierto de nuestra pobreza,
sosteniéndonos en el camino hacia la alegría intensa de la Pascua.
Incluso en el «valle oscuro» del que habla el salmista (/Sal/ 23,4),
mientras el tentador nos mueve a desesperarnos o a confiar de manera
ilusoria en nuestras propias fuerzas, Dios nos guarda y nos sostiene.
Efectivamente, hoy el Señor escucha también el grito de las multitudes
hambrientas de alegría, de paz y de amor. Como en todas las épocas, se
sienten abandonadas. Sin embargo, en la desolación de la miseria, de la
soledad, de la violencia y del hambre, que afectan sin distinción a
ancianos, adultos y niños, Dios no permite que predomine la oscuridad
del horror. En efecto, como escribió mi amado predecesor Juan Pablo II,
hay un «límite impuesto al mal por el bien divino», y es la misericordia
(/Memoria e identidad,/ 29 ss.). En este sentido he querido poner al
inicio de este Mensaje la cita evangélica según la cual «Al ver Jesús a
las gentes se compadecía de ellas» (/Mt/ 9,36). A este respecto deseo
reflexionar sobre una cuestión muy debatida en la actualidad: el
problema del desarrollo. La «mirada» conmovida de Cristo se detiene
también hoy sobre los hombres y los pueblos, puesto que por el
«proyecto» divino todos están llamados a la salvación. Jesús, ante las
insidias que se oponen a este proyecto, se compadece de las multitudes:
las defiende de los lobos, aun a costa de su vida. Con su mirada, Jesús
abraza a las multitudes y a cada uno, y los entrega al Padre,
ofreciéndose a sí mismo en sacrificio de expiación.

La Iglesia, iluminada por esta verdad pascual, es consciente de que,
para promover un desarrollo integral, es necesario que nuestra «mirada»
sobre el hombre se asemeje a la de Cristo. En efecto, de ningún modo es
posible dar respuesta a las necesidades materiales y sociales de los
hombres sin colmar, sobre todo, las profundas necesidades de su corazón.
Esto debe subrayarse con mayor fuerza en nuestra época de grandes
transformaciones, en la que percibimos de manera cada vez más viva y
urgente nuestra responsabilidad ante los pobres del mundo. Ya mi
venerado predecesor, el Papa Pablo VI, identificaba los efectos del
subdesarrollo como un deterioro de humanidad. En este sentido, en la
encíclica /Populorum progressio/ denunciaba «las carencias materiales de
los que están privados del mínimo vital y las carencias morales de los
que están mutilados por el egoísmo... las estructuras opresoras que
provienen del abuso del tener o del abuso del poder, de las
explotaciones de los trabajadores o de la injusticia de las
transacciones» (n. 21). Como antídoto contra estos males, Pablo VI no
sólo sugería «el aumento en la consideración de la dignidad de los
demás, la orientación hacia el espíritu de pobreza, la cooperación en el
bien común, la voluntad de la paz», sino también «el reconocimiento, por
parte del hombre, de los valores supremos y de Dios, que de ellos es la
fuente y el fin» (/ib./). En esta línea, el Papa no dudaba en proponer
«especialmente, la fe, don de Dios, acogido por la buena voluntad de los
hombres, y la unidad de la caridad de Cristo» (/ib./). Por tanto, la
«mirada» de Cristo sobre la muchedumbre nos mueve a afirmar los
verdaderos contenidos de ese «humanismo pleno» que, según el mismo Pablo
VI, consiste en el «desarrollo integral de todo el hombre y de todos los
hombres» (/ib., /n. 42). Por eso, la primera contribución que la Iglesia
ofrece al desarrollo del hombre y de los pueblos no se basa en medios
materiales ni en soluciones técnicas, sino en el anuncio de la verdad de
Cristo, que forma las conciencias y muestra la auténtica dignidad de la
persona y del trabajo, promoviendo la creación de una cultura que
responda verdaderamente a todos los interrogantes del hombre.

Ante los terribles desafíos de la pobreza de gran parte de la humanidad,
la indiferencia y el encerrarse en el propio egoísmo aparecen como un
contraste intolerable frente a la «mirada» de Cristo. El ayuno y la
limosna, que, junto con la oración, la Iglesia propone de modo especial
en el período de Cuaresma, son una ocasión propicia para conformarnos
con esa «mirada». Los ejemplos de los santos y las numerosas
experiencias misioneras que caracterizan la historia de la Iglesia son
indicaciones valiosas para sostener del mejor modo posible el
desarrollo. Hoy, en el contexto de la interdependencia global, se puede
constatar que ningún proyecto económico, social o político puede
sustituir el don de uno mismo a los demás en el que se expresa la
caridad. Quien actúa según esta lógica evangélica vive la fe como
amistad con el Dios encarnado y, como Él, se preocupa por las
necesidades materiales y espirituales del prójimo. Lo mira como un
misterio inconmensurable, digno de infinito cuidado y atención. Sabe que
quien no da a Dios, da demasiado poco; como decía a menudo la beata
Teresa de Calcuta: «la primera pobreza de los pueblos es no conocer a
Cristo». Por esto es preciso ayudar a descubrir a Dios en el rostro
misericordioso de Cristo: sin esta perspectiva, no se construye una
civilización sobre bases sólidas.

Gracias a hombres y mujeres obedientes al Espíritu Santo, han surgido en
la Iglesia muchas obras de caridad, dedicadas a promover el desarrollo:
hospitales, universidades, escuelas de formación profesional, pequeñas
empresas. Son iniciativas que han demostrado, mucho antes que otras
actuaciones de la sociedad civil, la sincera preocupación hacia el
hombre por parte de personas movidas por el mensaje evangélico. Estas
obras indican un camino para guiar aún hoy el mundo hacia una
globalización que ponga en el centro el verdadero bien del hombre y,
así, lleve a la paz auténtica. Con la misma compasión de Jesús por las
muchedumbres, la Iglesia siente también hoy que su tarea propia consiste
en pedir a quien tiene responsabilidades políticas y ejerce el poder
económico y financiero que promueva un desarrollo basado en el respeto
de la dignidad de todo hombre. Una prueba importante de este esfuerzo
será la efectiva libertad religiosa, entendida no sólo como posibilidad
de anunciar y celebrar a Cristo, sino también de contribuir a la
edificación de un mundo animado por la caridad. En este esfuerzo se
inscribe también la consideración efectiva del papel central que los
auténticos valores religiosos desempeñan en la vida del hombre, como
respuesta a sus interrogantes más profundos y como motivación ética
respecto a sus responsabilidades personales y sociales. Basándose en
estos criterios, los cristianos deben aprender a valorar también con
sabiduría los programas de sus gobernantes.

No podemos ocultar que muchos que profesaban ser discípulos de Jesús han
cometido errores a lo largo de la historia. Con frecuencia, ante
problemas graves, han pensado que primero se debía mejorar la tierra y
después pensar en el cielo. La tentación ha sido considerar que, ante
necesidades urgentes, en primer lugar se debía actuar cambiando las
estructuras externas. Para algunos, la consecuencia de esto ha sido la
transformación del cristianismo en moralismo, la sustitución del creer
por el hacer. Por eso, mi predecesor de venerada memoria, Juan Pablo II,
observó con razón: «La tentación actual es la de reducir el cristianismo
a una sabiduría meramente humana, casi como una ciencia del vivir bien.
En un mundo fuertemente secularizado, se ha dado una “gradual
secularización de la salvación”, debido a lo cual se lucha ciertamente
en favor del hombre, pero de un hombre a medias, reducido a la mera
dimensión horizontal. En cambio, nosotros sabemos que Jesús vino a traer
la salvación integral» (Enc. /Redemptoris missio/, 11).

Teniendo en cuenta la victoria de Cristo sobre todo mal que oprime al
hombre, la Cuaresma nos quiere guiar precisamente a esta salvación
integral. Al dirigirnos al divino Maestro, al convertirnos a Él, al
experimentar su misericordia gracias al sacramento de la Reconciliación,
descubriremos una «mirada» que nos escruta en lo más hondo y puede
reanimar a las multitudes y a cada uno de nosotros. Devuelve la
confianza a cuantos no se cierran en el escepticismo, abriendo ante
ellos la perspectiva de la salvación eterna. Por tanto, aunque parezca
que domine el odio, el Señor no permite que falte nunca el testimonio
luminoso de su amor. A María, «fuente viva de esperanza» (Dante
Alighieri, /Paraíso,/ XXXIII, 12), le encomiendo nuestro camino
cuaresmal, para que nos lleve a su Hijo. A ella le encomiendo, en
particular, las muchedumbres que aún hoy, probadas por la pobreza,
invocan su ayuda, apoyo y comprensión. Con estos sentimientos, imparto a
todos de corazón una especial Bendición Apostólica.

/Vaticano, 29 de septiembre de 2005./

*BENEDICTUS PP. XVI*

Copyright © Libreria Editrice Vaticana

Google